by Gabriel López Berestein
Por El Nuevo Día
La apertura en agosto de 2018 del hospital del Centro Comprensivo de Cáncer de la Universidad de Puerto Rico (UPR) es un hito en la historia de la oncología y de la salud en la isla.
Esta iniciativa responde al convencimiento de que el país debía contar con un centro de primera clase para el tratamiento de pacientes de cáncer, de entrenamiento para profesionales que proveen esos tratamientos y de investigación que conteste interrogantes sobre incidencia y mortalidad de cáncer en la isla y en poblaciones con perfiles similares a los nuestros.
El logro ha sido fruto del trabajo conjunto de varios equipos de trabajo. El proyecto convocó inicialmente al Instituto Nacional del Cáncer del gobierno federal, al Centro M.D. Anderson de la Universidad de Texas en Houston y a la UPR.
Estas tres organizaciones convergieron a un llamado del Instituto Nacional para el establecimiento de centros comprensivos de cáncer que estuvieran comprometidos con el servicio a poblaciones minoritarias, así como con el entrenamiento de galenos y científicos identificados con esas poblaciones. Se hizo un acuerdo formal entre las tres instituciones con el objetivo principal y claro de crear ese centro en la isla.
La reciente apertura del hospital constituye un gran paso. Pero aun no contamos con el reconocimiento como Centro Comprensivo de Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer, lo que tiene repercusiones importantes para la captación de recursos. Ese reconocimiento se concede a aquellos centros que provean liderazgo científico y profundidad en sus esfuerzos de investigación básica, clínica y poblacional. Al presente hay 70 centros de cáncer en 36 estados; solo 49 cuentan con el reconocimiento del Instituto Nacional. La meta del CCC de la UPR es obtener ese reconocimiento.
Un primer paso fue la creación de un centro de investigación básica y poblacional hace sólo 10 años, luego siguieron el Centro de Radioterapia hace un año y en agosto de 2018 la apertura del hospital. En cada uno de esos pasos, el éxito ha respondido a la voluntad de cooperación entre los actores principales –Universidad, Instituto Nacional, MD Anderson, gobierno de Puerto Rico –y así como de los buenos ciudadanos que han calibrado bien el sentido de esta iniciativa. Este espíritu de cooperación y compromiso va a continuar. Nuestras poblaciones merecen tratamientos oncológicos tan buenos como los mejores del mundo y merecen contestaciones a las interrogantes pendientes sobre especiales incidencias y mortalidad en algunos tipos de cáncer que reflejan las poblaciones hispanas. De eso se trata.