by Bobby García
Por El Nuevo Día
Por años el enfoque hacia la salud ha estado en la prevención y el acceso a cuidados adecuados. Sin embargo, cada vez hay más evidencia de que hay factores de índole social que afectan la salud de un individuo, su familia y su comunidad, más allá del cuidado clínico que recibe.
Dónde nacemos, crecemos, vivimos, trabajamos y envejecemos tiene más peso sobre nuestra salud que nuestra genética, según la Organización Mundial de la Salud.
Estos factores sociales, que pueden incluir la seguridad económica y alimentaria, la educación, el acceso a transportación, y la cohesión social, entro otros, pueden incidir cerca de un 60% en la salud de una persona. Los números varían dependiendo del estudio que se mire, pero de lo que no hay duda es que tienen un peso significativo sobre la salud de las personas y las comunidades.
Si no le damos peso a esos determinantes sociales de la salud, no podremos aspirar a familias y comunidades más saludables. Con motivo de la celebración de los 60 años de Triple-S, iniciamos un esfuerzo para concienciar sobre la relevancia que tienen estos factores en nuestras vidas.
La atención a los determinantes sociales de la salud recae sobre todos los componentes de la sociedad, desde el individuo hasta las comunidades, las organizaciones sin fines de lucro, las iglesias, las empresas, los municipios y el gobierno. Para buscar soluciones, hay que empezar por reconocerlos como factores que afectan nuestra salud.
En Triple-S estamos promoviendo la conversación sobre cómo atender los determinantes sociales de la salud. Para ser efectivos, estamos concentrando nuestra atención en dos factores sociales: la buena alimentación y el bienestar emocional. Iniciamos el camino con el respaldo de dos aliados, World Central Kitchen y la Universidad Albizu.
Además, estamos apoyando la conversación sobre estos temas con una campaña que llamamos “Alimenta tu cuerpo, alimenta tu alma” y un documental que estará disponible próximamente.
Atender estos factores nos ayudará a tener una mejor calidad de vida en nuestros hogares y comunidades. En los próximos meses, esperamos que la atención a estos factores nos ayude a forjar cambios positivos que incidan sobre el acceso a comida saludable y a ampliar nuestro bienestar emocional.
